- La opinión pública sólo existe donde no hay ideas
- No hay nada como el amor de una mujer casada. Es una cosa de la que ningún marido tiene la menor idea.
- No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando. Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo.
- Perdona siempre a tu enemigo. No hay nada que le enfurezca más
- Lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo
- Los niños comienzan por amar a los padres. Cuando ya han crecido, los juzgan, y, algunas veces, hasta los perdonan
- El trabajo es el refugio de los que no tienen nada que hacer
- Que hablen de uno es espantoso. Pero hay algo peor: que no hablen
- Ningún gran artista ve las cosas como son en realidad; si lo hiciera, dejaría de ser artista
- Cuando me da por pensar de noche en mis defectos, me quedo dormido inmediatamente
- Los hombres casados son horriblemente aburridos cuando son buenos maridos, e insoportablemente presumidos cuando no lo son.
- Adoro los placeres sencillos; son el último refugio de los hombres complicados
- La educación es algo admirable. Pero es bueno recordar de vez en cuando, que nada que valga conocerse puede ser enseñado.
- El que dice la verdad, puede estar seguro que tarde o temprano será descubierto
- Uno debiera ser siempre un tanto improbable.
- La puntualidad es una pérdida de tiempo.
- Puedo resistir todo, excepto la tentación.
- No soy tan joven como para saberlo todo.
21 de marzo de 2008
Frases exquisitas de Oscar Wilde
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